Tras el ADN de la flora canaria
Fecha Miércoles, 24 noviembre a las 14:47:32
Tema Noticias


El Jardín Botánico Viera y Clavijo esconde uno de los laboratorios más completos en la conservación y el conocimiento de la biodiversidad macaronésica.


A bordo del HMS Beagle, Charles Darwin navegaba rumbo a Cabo Verde sin posibilidad de desembarcar en las costas del archipiélago que descubrió a través de los textos de Alexander Von Humbolt, antes de finalizar su periplo en las Islas Galápagos donde germinaría un nuevo camino en la historia de la ciencia. El miedo de los isleños a contraer el cólera, una enfermedad común en esa época en Inglaterra y en sus barcos, impidió, según afirma David Bramwell, director del Jardín Botánico Viera y Clavijo, que el genio de Darwin descubriera en la geografía canaria «uno de los modelos evolutivos más perfectos del mundo y con una de las muestras más palpables del fenómeno de la adaptación de especies».

Casi dos siglos después, sobre las terrazas del barranco de Guiniguada se extiende un edén de diez hectáreas de flora macaronésica. El gran vergel canario que ideó el maestro sueco Eric Sventenius como una ventana al turismo alternativo se ha convertido en los últimos años en el laboratorio de referencia de la opulencia endémica de la flora de las Islas de la Macaronesia. «Estamos mirando hacia el futuro», asegura Bramwell en su despacho del Jardín Canario, ubicado en la antigua residencia del doctor Mr. Pavillard, para añadir, «no sabemos lo que puede suponer el valor de una planta en el futuro. No sabemos qué moléculas se pueden encontrar y si esta planta única puede ser la base de un cultivo, de una cura o de un soporte nutricional».


Entre sus instalaciones, un departamento de investigación biomolecular, un banco de hemoplasma, un laboratorio de biología reproductiva y un importante herbario, «clásico pero necesario», junto a la mayor biblioteca botánica del Archipiélago, un vivero y uno de los jardines fitólogos de referencia mundial, sirven de abrigo a investigaciones sobre el ADN de las distintas especies y variedades, un banco de semillas, el estudio de los efectos del cambio climático en la flora canaria, la reforestación de las zonas de pinares endémicos afectados por los incendios forestales y el gran atlas de la flora de Gran Canaria son algunos de los proyectos de referencia. «Lo que hemos intentado es buscar una serie de proyectos que puedan, de forma conjunta, sacar adelante el tema de la biodiversidad y de la conservación, y creo que lo estamos consiguiendo», afirma el continuador de la obra de Sventenius.

Cambio climático

El Archipiélago Canario representa menos del 0,1 por ciento de la totalidad del territorio español pero alberga más del 50 por ciento de especies endémicas de plantas vasculares, lo que, con 607 especies, según estimaciones oficiales, le confiere el mayor índice de endemicidad para cualquier área continental o insular similar en Europa y el cuarto del norte de África. Esto avala una propuesta científica sólida para respaldar el modelo de conservación de la diversidad genética canaria, que incluye un amplio recorrido; desde el estudio sobre los usos tradicionales de las plantas —una sabiduría popular en peligro de extinción que incluye el tratamiento de tumores en especies caprinas— al pulso que mantiene la innovación en materia de investigación. En esta línea, Bramwell distingue el estudio de los efectos producidos por el cambio climático como uno de los campos más relevantes de investigación en los próximos años. «No sabemos cómo van a evolucionar las especies, si van a migrar, si muchas mutarán o desaparecerán», explica éste, para añadir, «nuestra responsabilidad en esta batalla reside en aportar los argumentos para que los políticos reconozcan la importancia que tiene este tema».

FUENTE:
Laprovincia.es






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