Chatarra espacial
Fecha Lunes, 13 octubre a las 08:48:49
Tema Noticias


El 11 de octubre de 2014 se publicó en “Principia”, el suplemento de divulgación científica del periódico “Diario de Avisos” de Santa Cruz de Tenerife, coordinado por Verónica Martín, el artículo titulado “Chatarra espacial”, escrito por Ricardo Campo Pérez, Doctor en Filosofía y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica. Por su gran interés lo reproducimos más abajo. Se puede descargar el artículo en su formato original en ESTE ENLACE.

Chatarra espacial.

El pasado 14 de septiembre, a las 00:35 hora local, fue observada la reentrada en la atmósfera del satélite Cosmos 1400 desde Finlandia (fotos aquí: http://www.taivaanvahti.fi/observations/show/30357) y desde Rusia, hasta donde sabemos. En esta ocasión, el observador y fotógrafo no especuló con enigmas y misterios de cartón piedra, y no tenía al lado ningún periodista de ese ramo que le montara una película con afán de figurar. Pero no habría sido extraño que otra persona tomase el rastro ígneo por algo extraño o “extraterrestre”, términos sinónimos para las cabecitas locas que se creen todo lo que supura Internet.



En la reentrada de chatarra espacial (restos de etapas de cohetes impulsores de satélites artificiales o de los propios satélites inservibles) el material se vuelve incandescente por la fricción con la atmósfera y origina grandes espectáculos luminosos. La gran altura a la que se produce el rozamiento atmosférico de los restos metálicos posibilita que sea observado desde un radio de centenares o miles de kilómetros simultáneamente como una especie de “estrellas fugaces” artificiales y, como es de imaginar, la ufología más rancia los ha tomado por manifestaciones alienígenas, sin medida y sin pudor. También desde aviones en vuelo se ha podido observar estos fenómenos. En nuestro país hay algunos buenos ejemplos históricos.

El 5 de noviembre de 1990, en torno a las 19:00 horas, fue observado en gran parte de Europa, desde Portugal a Polonia, un objeto luminoso que cruzó el cielo velozmente a gran altura. En España fue contemplado especialmente desde el norte peninsular. V. J. Ballester Olmos realizó un amplio seguimiento del suceso consultando a numerosos organismos internacionales, entre ellos el SEPRA (Servicio de Información de Fenómenos de Reentrada Atmosférica), que depende del Centro Nacional de Estudios Espaciales (el equivalente francés de la NASA) y que había recibido numerosos testimonios de toda Francia informando de la observación. Se trató de la reentrada en la atmósfera terrestre del cohete impulsor Protón, lanzado el día anterior, que había puesto en órbita la plataforma soviética Gorizont 21.

Otra importante observación de estas características tuvo lugar en la costa oriental de la Península Ibérica, con gran cantidad de testimonios en Cataluña, la madrugada (02:15 horas) del 31 de marzo de 1993. Hubo testigos también en el sur de Gran Bretaña y Francia. La gran mayoría de testigos describió una formación de luces que se desplazaban en línea recta y paralelamente. Un vuelo civil que cubría la ruta Madrid-Barcelona divisó una serie de objetos luminosos “a unos 70 kilómetros al sur de su destino”, valoración que peca por defecto y que demuestra que el nivel de fiabilidad de los pilotos de aeronaves es muy similar al de otras personas. Lo visto no fue otra cosa que la reentrada de un cohete Cyclone, impulsor del satélite Cosmos 2238, que había sido puesto en órbita un día antes desde la desaparecida Comunidad de Estados Independientes (CEI).

La noche del 27 de noviembre de 1999 fue divisada desde el Mediterráneo occidental, sobre las 22:30 horas, el cohete chino Larga Marcha, que sobrevoló las capas altas de la atmósfera. Fue divisado desde la costa levantina, Baleares, Aragón, Andalucía y las islas italianas. Sin duda, debió ser observado desde el norte de África. El cohete había cumplido su función: poner en órbita un prototipo chino de lanzadera espacial denominada Shenzhou. Desde Teruel fue descrito como “seis luces de un blanco azulado desplazándose en formación de diamante”, pero fue desde las Islas Baleares desde donde pudo ser contemplado de manera más nítida. Decenas de testigos informaron del paso de brillantes luces rojizas y blancas de oeste a este que dejaban cortas estelas, producto de la fragmentación de una luz mayor.

Y por último, un ejemplo canario: el 21 de noviembre de 1997 un turista inglés grabó desde Puerto Rico, al sur de Gran Canaria, una bola de fuego alrededor de las 01:30 horas.  La duración de la observación fue suficiente como para que el testigo tomara su grabadora y enfocara antes de que desapareciera en dirección al mar. El fenómeno era completamente silencioso, y apareció como una luz con estela. Se trató del cohete propulsor SL-4, un cohete Soyuz que se lanzó desde el cosmódromo de Plesetsk (Rusia) el 18 de noviembre de 1997 y que colocó al satélite de investigación geofísica Resurs F-1M en órbita. Coincidió, por esas fechas, con otras observaciones luminosas, debidas éstas a rastros meteóricos naturales, así que es posible que algunos testimonios se refirieran indistintamente a ambos fenómenos (véase un amplio estudio en: http://www.ikaros.org.es/fotocat/canarias97.pdf).

Categoría: Publicaciones Recomendadas.

RCP.
ACDC. 13Oct2014.







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