Alfred Nobel: premios para la ciencia
Fecha Lunes, 28 octubre a las 09:49:46
Tema Noticias


El día 21 de octubre se cumplieron 180 años del nacimiento, en 1833, de Alfred Nobel. En conmemoración de dicha efeméride reproducimos a continuación el artículo sobre su vida y obra escrito por el Dr. José María Riol Cimas, Profesor Titular de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de La Laguna y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica. El artículo se publicó en el periódico “Diario de Avisos”, de Santa Cruz de Tenerife, y está disponible en su formato original en la sección “Biblioteca” de esta página web.

Alfred Nobel: premios para la ciencia.

En 1850, cuando sólo contaba diecisiete años, un joven sueco llamado Alfred Nobel tuvo conocimiento de la existencia de un producto con el que tendría que ver el resto de su vida; era la nitroglicerina, un líquido enormemente explosivo obtenido al mezclar glicerina con ácido sulfúrico y ácido nítrico. El producto lo había inventado tres años antes el químico italiano Ascanio Sobrero, con el que nuestro joven coincidió en París en el laboratorio del famoso químico Théophile-Jules Pelouze, al que Alfred fue enviado por su padre para que lo formara como ingeniero químico.

La nitroglicerina resultó ser un explosivo siete veces más potente que la pólvora, pero no era posible controlar sus explosiones y su manipulación era extraordinariamente peligrosa, dado que explotaba ante el menor golpe o sacudida. Su propio descubridor, Sobrero, tras un accidente con la nitroglicerina, quedó para siempre con la cara desfigurada, y Emil, el hermano menor de Alfred, perdería la vida en 1864 tras la explosión de la fábrica de la familia en Estocolmo.



La carrera por conseguir un explosivo potente y seguro al mismo tiempo la ganó Nobel en 1866, al mezclar tres partes de nitroglicerina con una parte de tierra de diatomeas. Esta “tierra”, formada por la acumulación de las cubiertas de sílice de las algas unicelulares denominadas diatomeas, embebía la nitroglicerina y la estabilizaba, permitiendo así una detonación controlada. La mezcla fue patentada por Nobel y bautizada como dinamita, por la palabra griega “dunamis”, que significa potencia.

El éxito de la dinamita fue inmediato, pues eran tiempos en los que se necesitaban explosivos eficientes para construir las grandes infraestructuras que comenzaban a surgir en toda Europa y en América: puentes, túneles, minas, puertos, carreteras, vías de tren, etc. Grandes obras en las que se empleó generosamente dinamita para -literalmente- mover montañas, fueron el túnel de San Gotardo bajo los Alpes suizos y el Canal de Panamá; era evidente que el invento de Nobel mejoraba notablemente la vida del hombre. Pero la dinamita, lamentablemente, no sólo tuvo un uso civil, pues pronto se empleó militarmente y, por esto, hubo quien no dudó en calificar a Nobel como “el mercader de la muerte”.

En cualquier caso lo cierto es que su invento convirtió a Alfred Nobel en multimillonario. Al final de su vida tenía en su haber trescientas cincuenta y cinco patentes, unas ochenta fábricas distribuidas en veinte países de Europa y América y más de treinta millones de coronas suecas. Una inmensa fortuna.

Alfred Nobel murió el diez de diciembre de 1896, en su casa de San Remo, en Italia. Cuando poco después se abrió su testamento su última voluntad dejó atónitos a todos... especialmente a su familia. En él ordenaba que con su capital se estableciera una fundación que, cada año, dividiera los intereses de su fortuna en cinco partes iguales. Estas cantidades se concederían a las personas que, durante el año precedente, hubieran hecho grandes contribuciones a la humanidad en los siguientes campos: Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura y Paz. Se creaban así los cinco premios Nobel pero, debido a la oposición de su familia, que puso todos los impedimentos legales posibles para hacer que no se cumpliera su última voluntad, los primeros premios Nobel se concedieron a los cinco años de su muerte, en 1901, el primer año del siglo XX. Desde entonces se entregan cada diez de diciembre, recordando el día de su muerte. En 1968 el Banco Central de Suecia (Sveriges Riksbank), para celebrar el tercer centenario de su fundación, instituyó el Premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, que comenzó a concederse en 1969 y, realmente, no es un Premio Nobel. La ceremonia de entrega de los premios tiene lugar en Estocolmo, excepto la del Premio Nobel de la Paz, que se desarrolla en Oslo.

Desde 1901, los premios instaurados por Alfred Nobel han sido los más prestigiosos del mundo, al menos en lo que se refiere a los tres dedicados al mundo de la ciencia; pero especialmente algunos de los premios de la Paz, y particularmente alguno muy reciente, nos dejan tan sorprendidos como se quedaron los familiares de Alfred Nobel cuando oyeron la lectura de su testamento.

Entre 1901 y 2008 han sido concedidos ochocientos nueve premios Nobel. Los han recibido setecientas ochenta y nueve personas y veinte organizaciones.

Figura: Alfred Nobel (1833-1896) en un sello de Mónaco de 2001. La imagen de este sello de correos se ha utilizado exclusivamente con fines docentes y divulgativos, sin ánimo de lucro.

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JMRC.
ACDC. 28Oct2013.







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