Contacto con el más allá (pero pague ahora)
Fecha Viernes, 31 mayo a las 10:06:48
Tema Noticias


El 30 de mayo se publicó en “Principia”, el suplemento de divulgación científica del periódico “Diario de Avisos”, de Santa Cruz de Tenerife, coordinado por Verónica Martín, el artículo titulado “Contacto con el más allá (pero pague ahora)”, escrito por Ricardo Campo Pérez, Doctor en Filosofía y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica. Por su gran interés lo reproducimos más abajo. Se puede descargar el artículo en su formato original en ESTE ENLACE.

Contacto con el más allá (pero pague ahora)

Los médiums y psíquicos dicen contactar con el más allá y hablar con gente que anda por allí, pero en realidad son el arquetipo del charlatán y del engañabobos. Son personajes especialmente despreciables, y más los que dicen curar enfermedades. Junto con los tarotistas conforman la canalla de los supuestos dotados y asociados. La credulidad de quienes los alimentan es completa, así que, por ejemplo, si carece de sentido pedir pruebas a quienes aseguran que un palacio está encantado o que en un aeropuerto en el que ocurrió un accidente aeronáutico se le aparecen fantasmas a algunos, menos aún lo tiene el pedir pruebas a quien con una jeta de hormigón asegura entrar en contacto con entidades desencarnadas; entidades que a pesar de no tener ni idea del idioma inglés en vida lo dominan a través de la médium que, dado el caso, es inglesa.



Esta mediumnidad o canalización ha sufrido una evolución desde sus inicios. En el siglo XIX, cuando las hermanas Fox confesaron que los ruiditos que provocaban sus espíritus y entidades eran en realidad los chasquidos de sus huesos de la rodilla y los pies (y engañaron así a miles), las entidades decían haber sido buhoneros y similares. Luego, en el siglo XX, se convirtieron en personajes de la nobleza cósmica y del más allá, entes evolucionados espiritualmente. En la actualidad, el médium se ha democratizado, tiene programas de televisión, habla con entidades que antes vivían en el quinto piso y sacaban la basura (la madre, el abuelo o el cuñado de un creyente cualquiera) o ayudan a la policía a encontrar desaparecidos, lo cual es falso porque no han encontrado jamás a nadie (como en el caso de Marta del Castillo) ni oficialmente ha sido solicitada su ayuda. Algo similar ocurrió este mismo mes con la famosa médium Sylvia Browne, que se lanzó a una piscina sin agua en un programa de televisión en 2004 al decir que Amanda Berry, una joven desaparecida en 2003, estaba muerta. El pasado día 7 fue hallada viva en Ohio después de diez años de secuestro. Browne está ahora escondida debajo de una piedra, pero volverá a chuparle la sangre a quien se le acerque dentro de un tiempo.

Algunos científicos tienen interés en estudiar las habilidades curativas de los médiums. Apuesto a que pierden su tiempo, a no ser que su estudio consista en una investigación psico-social sobre cómo es posible que haya gente que siga creyendo (como la hay, cientos de miles) que unos cuentistas desacreditados en infinidad de ocasiones conectan realmente con un reino trascendente. El miedo a la muerte se disfraza con ropajes inverosímiles, hechos de carisma, ignorancia, fortísima predisposición anímica y otros recursos a disposición del médium.

Estos individuos se aprovechan del dolor por la pérdida de un semejante, en particular de un familiar, y lo hacen a conciencia, sin el más mínimo escrúpulo. Y por en medio, la pasta, y no la italiana, precisamente; y los abiertos de mente, que ven en todo este asunto algo más que el negocio del más allá. Éstos interpretan la asunción de la pérdida como algo sustancialmente distinto a cualquier otro proceso psicológico, así que la labor del médium a quien tiene la desgracia de acudir alguien que ha perdido a un ser querido no es algo en realidad obsceno, sino algo que puede ser terapéutico. Una labor que puede realizar otro familiar o una buena amistad es convertida en una relación mediada por una transacción económica, o una transacción psicológica atravesada por la falsa capacidad para acceder a una esfera de realidad en la que habitan los fallecidos, cuando previamente nadie ha probado lo fundamental: que exista tal ámbito ni tales entes desencarnados moradores del mismo. Es todo tan loco, tan ridículo y tan falto de vergüenza… Factores como la predisposición, un ambiente acaramelado, una palabra susurrante, la guardia baja y el espíritu de una oveja contribuyen a que te creas que cualquier personaje marginal puede contactar con el “más allá” (cobrando en el más acá). A nadie se le ocurre pedir pruebas de la existencia de ese ámbito ultraterreno antes de, supuestamente, contactar con él. También tenemos, como he citado, el caso de algunos científicos que pretenden investigar científicamente la capacidad psico-sanadora de la mediumnidad a través de un instituto privado porque saben que no van a pasar ni los controles que les pediría James Randi. Si tuvieran en sus manos algo más que una gran farsa actualizada serían portada de todas las revistas científicas mundiales, probando, en primer lugar, la existencia de ese más allá con el que canalizan los médiums, sin necesidad de creerse unos galileos incomprendidos. Ser científico y ser doctor no impide, en muchos casos, que desees convertirte en un charlatán de feria y desplumar a cuantos se te acercan. Ha habido científicos y doctores que aseguran que las abducciones por extraterrestres son reales, o que han oído voces divinas en su interior. Todos ellos empatan con el periodismo de misterios y con las brujas y tarotistas de la tele, y desde hace un tiempo son habitantes asiduos de La lista de la vergüenza (http://www.listadelaverguenza.es).

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ACDC. 31Mayo2013.







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