La Universidad de Sevilla da espacio al pseudoperiodismo del “misterio”
Fecha Jueves, 24 septiembre a las 11:58:46
Tema Noticias


En la Universidad no hay temas tabú; o no debería haberlos. Sólo desde un elitismo absurdo o una visión economicista de la producción intelectual podría alguien argumentar –sin razón, en último término- sobre la exclusión de antemano de ciertos aspectos de nuestra cultura como objeto de estudio legítimo. Otro escenario es la orientación que los interesados imprimen al tratamiento de los temas en cuestión. Por si no lo han adivinado –seguro que sí- nos estamos refiriendo a lo que en los medios de comunicación se etiqueta con la palabra baúl “misterios”.

Un ejemplo importante de lo que acabamos de comentar se nos ha presentado estos días: la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla (US) no ha tenido mejor idea que ofrecer unas jornadas a sus alumnos que llevan por título “I Jornadas de Periodismo de Misterio e Investigación” del 13 al 16 de octubre de 2009. Semejante nombre es un engaño, así que, desde el momento en que la bautizaron, la criatura viene vestida de seda. El engañoso disfraz es juntar en una misma frase “periodismo”, “misterio” e “investigación”, porque, aunque estos tres aspectos podrían darse sin dificultad, y de hecho se dan con acierto en muchos casos, en el que nos ocupa se convierte en un vergonzoso fraude al estudiante o al simple oyente.

Y esto es así porque la lista de invitados no parece la selección más apropiada para ofrecer a los alumnos una visión rigurosa de esos supuestos misterios (conjunto de especulaciones cuando menos absurdas o restos de creencias superadas siglos atrás): se trata de periodistas especializados en perpetuar esas creencias y falsedades, es decir, en pervertir la auténtica profesión periodística de investigación, que consiste en documentar, explicar y aclarar la realidad, no en convertirla en un producto destinado al consumo de un colectivo de creyentes en el ocultismo más rancio.


Los invitados son Javier Sierra, Jesús Callejo, Nacho Ares, Francisco Contreras y Miguel Blanco. Entre sus logros está el vender la autopsia de un muñeco de látex en Roswell (EE.UU.) como si se hubiese tratado de un alienígena de verdad; el divulgar la existencia de “lugares mágicos” como si tales lugares realmente lo fueran, y no una simple imaginación de quienes los visitan, influidos por sus creencias previas y la labor de otros publicistas previos; proclamar la existencia real de íncubos y súcubos que atormentan a los seres humanos; la divulgación de la cultura egipcia antigua como si hubiese acogido realmente todas las invenciones ocultistas y maravillosas que desde el siglo XIX dudosos personajes se han inventado; la presencia de fantasmas y casas entandadas como si tales relatos y testimonios probasen otra cosa más que la propia creencia instalada en la mente de numerosas personas; y, por último, toda la panoplia de supersticiones y absurdas creencias, desde las visitas de extraterrestres a visiones del diablo pasando por las vidas pasadas, la reencarnación y las profecías del inútil Nostradamus.

¿En estos invitados se gasta el dinero la Universidad de Sevilla? ¿Este bazar de anti-cultura científica es lo que los responsables de la US van a entregar a sus matriculados? ¿Finalizarán los asistentes a las jornadas con una idea más crítica y sensata de la subcultura ocultista? Nos tememos lo contrario: muy probablemente, aumentará su dificultad para distinguir entre conocimiento científico y especulaciones pseudo-periodísticas; pensarán que, por el hecho de acudir a una Universidad, cierto sector del periodismo especializado en refritos de viejos mitos paranormalistas ha sido habilitado para contribuir a la formación del alumnado; o sospecharán que nuestro mundo se halla penetrado de fuerzas ocultas y “misterios” irresolubles, cuando, en realidad, se trata de un timo cultural clásico, en esta ocasión bajo los auspicios de la Universidad sevillana. Las autoridades rectoras de la US deberían ser informados de que el acto que tendrá lugar en sus aulas no es más un caso de venta de productos culturales fraudulentos y no de diseminación de una interpretación crítica y académica de una parcela del imaginario de la cultura contemporánea. Una forma hábil de negocio en el que los alumnos son predispuestos, mediante la retórica y el propio escenario, a dar por plausibles afirmaciones propias de la mala literatura fantástica.

Por todo ello, desde el Aula Cultural de Divulgación Científica de la Universidad de La Laguna (Tenerife) (ACDC) deseamos hacer un llamamiento a los responsables de extensión universitaria de la Universidad de Sevilla para que tengan en cuenta las circunstancias indicadas en esta carta. No nos parece adecuado para una Universidad, que, por naturaleza, debe fomentar el pensamiento crítico frente a cualquier manipulación interesada de la realidad, el ofrecimiento de unas jornadas en las que el protagonismo será el ocultismo y la tergiversación de la ciencia en aras de la figuración y el prestigio popular como adalides de un sector de pretendidos periodistas que no han aportado jamás una sola prueba científica de sus extravagantes afirmaciones.

ACDC de la Universidad de La Laguna, Tenerife






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