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Hans Bethe: una figura clave de la Física del siglo XX
 

El día 2 de julio se cumplen 108 años del nacimiento, en 1906, de Hans Albrecht Bethe. En conmemoración de dicha efeméride reproducimos a continuación el artículo sobre su vida y obra escrito por el Dr. Luis Vega Martín, Profesor Titular de Física Aplicada en la Universidad de La Laguna y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica. El artículo se publicó en el periódico “El Día”, de Santa Cruz de Tenerife, y está disponible en su formato original en la sección “Biblioteca” de esta página web.

Hans Bethe: una figura clave de la Física del siglo XX.

Con la muerte de Hans Bethe, en marzo de 2005, acabó una era de la Física. Fue uno de los últimos de los jóvenes físicos alemanes que en 1925 se incorporó al esfuerzo colectivo de los creadores de la Mecánica Cuántica: Werner Heisenberg, Niels Bohr, Max Born, Pascual Jordan, Paul Dirac, Erwin Schrödinger, y Wolfgang Pauli. En los años siguientes él, junto con Félix Bloch, Walter Heitler, Lev Landau, J. Robert Oppenheimer, Rudolf Peierls, Eugen Wigner y otros, desarrollaron aplicaciones de gran alcance y extensión mostrando el enorme poder que el nuevo instrumento teórico ponía en manos de la Ciencia para comprender y manipular el mundo microscópico. En dos largos artículos que se publicaron en 1933, Bethe expuso la aplicación de la Mecánica Cuántica a la Física Atómica, Molecular, y a la Física del Estado Sólido. Esos artículos pusieron las bases para muchas otras contribuciones a estos campos y han seguido siendo clásicos hasta el momento presente.

En 1933, después de que Hitler accedió al poder, Bethe perdió su posición de profesor auxiliar en Tübingen porque su madre era judía. En febrero de 1935 se marchó a la Universidad de Cornell (EE.UU.), dónde se quedó hasta el fin de su vida.



Durante los años treinta, las fronteras de la Física se trasladaron a la Física Nuclear y Bethe fue un líder reconocido en ese campo. Su dominio de la Física Nuclear, su capacidad de abordar nuevos problemas y de interesarse por diferentes ramas de la Física, lo hizo proponer en 1938 su explicación de generación de energía en estrellas. Fue un trabajo fruto de su colaboración con astrofísicos como S. Chandrasekhar y G. Gamow, y una muestra de cómo era capaz de volcar su conocimiento teórico sobre problemas concretos de otras ramas de la Física. El descubrimiento de los mecanismos que permiten entender cómo y porqué brillan las estrellas le valió el Premio Nobel de Física en 1967. Esta contribución, sobre muchas, le coloca entre los grandes de la Ciencia de todos los tiempos.

Durante 75 años, Bethe publicó más de 300 artículos en una serie asombrosa de diferentes temas científicos; de la Física Atómica a la Astrofísica, de la Teoría Cuántica de Campos y las partículas elementales a las ondas de choque, desde el neutrón hasta las Supernovas. Muchos de sus artículos marcaron los desarrollos subsecuentes en esos campos.

Sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial transformaron su vida. Bethe fue el ejemplo supremo de por qué los físicos teóricos eran tan valiosos en el esfuerzo de guerra. Tenía la habilidad de traducir su dominio intelectual del mundo microscópico de núcleos, electrones, átomos y moléculas, en una comprensión de las propiedades macroscópicas de materiales y el diseño de dispositivos macroscópicos, como los generadores del radar, las antenas y las bombas atómicas. Esa habilidad rindió resultados espectaculares tanto en el Laboratorio de la Radiación de MIT, como en Los Alamos, dónde Bethe encabezó la división de física teórica, que diseñó las bombas de uranio y plutonio.

Cuando los físicos volvieron a sus universidades después de la Segunda Guerra Mundial, intentaron recrear el espíritu de cooperación y compromiso total que habían penetrado los laboratorios durante el tiempo de guerra, en general, y de Los Alamos en particular. El Laboratorio de Newman de Estudios Nucleares en Cornell fue el esfuerzo de Bethe por hacer eso. A través de su propio trabajo y de los físicos que se reunieron alrededor de él, creó uno de los centros más importantes del mundo en física de alta energía.

Hay constancia de cómo Bethe se debatió ante los problemas morales generados por la puesta en marcha de los programas de bombas nucleares. Tras colaborar decisivamente tanto en las primeras bombas atómicas (el miedo lo provocaba Hitler), como en las bombas termonucleares (ahora el miedo era la Unión Soviética), que certificaron el “equilibrio del terror” en el que vive nuestro planeta, dedicó buena parte de sus esfuerzos durante sus muchos últimos años en impulsar los acuerdos de prohibición de pruebas nucleares, tratados de desarme, implicaciones medioambientales de la energía nuclear y un largo etcétera. Quizá él, como ningún otro, representa las contradicciones éticas en la que se vieron envueltos algunos de los más brillantes científicos del siglo XX.

Figura:
Imagen de Hans Bethe (1906-2005) en un sello de correos de la República de Guinea de 2006. La imagen de este sello de correos se ha utilizado exclusivamente con fines docentes y divulgativos, sin ánimo de lucro.

Categoría: Publicaciones Recomendadas.

Luis Vega Martín.
ACDC. 02Jul2014.


Enviado el Miércoles, 02 julio a las 09:22:49 por divulgacioncientifica (1472 lecturas)
 
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