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Homeopatía: una pseudociencia muy rentable
 

El día 10 de abril se cumplen 259 años del nacimiento, en 1755, de Samuel Hahnemann, inventor de la pseudociencia denominada homeopatía. Conmemorando la fecha de su nacimiento, diversas asociaciones homeopáticas han establecido el 10 de abril como “Día Internacional de la Homeopatía”.

El Aula Cultural de Divulgación Científica de la Universidad de La Laguna no puede dejar de sumarse a la celebración y, por tal motivo, reproducimos a continuación el artículo titulado “Homeopatía: una pseudociencia muy rentable”, escrito por el Dr. Miguel Ángel Sabadell, Doctor en Física (especialidad de Física Teórica) y editor de ciencia de la revista de divulgación científica “Muy Interesante”. El artículo se publicó en el periódico “La Opinión de Tenerife”, y está disponible en su formato original en la sección “Biblioteca” de esta página web.

Homeopatía: una pseudociencia muy rentable.

En 2005 la revista médica The Lancet publicaba un estudio comparativo de todos los experimentos sobre homeopatía realizados con garantías metodológicas. La conclusión: «No hay evidencia convincente de que sea superior al placebo». Pero más importante fue el editorial de la revista, donde se decía que, a pesar de ciento cincuenta años de resultados desfavorables, «cuanto más se diluye la evidencia para la homeopatía, mayor parece su popularidad».

Los remedios homeopáticos son de risa. Para hacernos una idea: tomen un grano de arroz, tritúrenlo y disuélvanlo en un bol de agua del tamaño del sistema solar. Ahora llenen un vaso con esa disolución y viértanlo en otro bol del mismo tamaño. Repitan esto cien veces: el vaso final es un potentísimo medicamento homeopático. ¿Qué contiene? Agua y sólo agua. En una dilución estándar tendría que beber 29.803 litros para esperar encontrar una molécula de la supuesta medicina.



Pero el caso más asombroso de magia de mambo-yambo vendida en farmacias es el Oscillococcinum, el remedio homeopático contra la gripe. Se trata de una dilución 200K de hígado y corazón de pato. Esto quiere decir que para tomar un millonésima de gramo de principio activo (el hígado de pato) debe tragar varios trillones de... -repítase la palabra trillones otras dieciocho veces- trillones de kilos de ese remedio. El negocio es redondo para la empresa que lo elabora, Boiron: un hígado de pato de 500 gramos le permite producir Oscillococcinum para tratar a toda la población mundial todos los días del año durante cien trillones de... -repítase trillones otras nueve veces- trillones de años. Vamos, que lo que usted compra a trece euros las seis dosis de un gramo es sacarosa y lactosa. Sale caro este azúcar con el que Boiron gana más de trescientos millones de euros al año.

Quizá el momento más cercano a una verdadera investigación científica que tuvo la homeopatía fue en junio de 1988, cuando el inmunólogo francés Jacques Benveniste publicaba en la revista científica Nature un artículo sobre la degranulación de basófilos (uno de los tipos de glóbulos blancos de la sangre) por anticuerpos muy diluidos. Los sometió a un proceso de dilución muy elevado y observó cómo los basófilos se degranulaban. El problema no estaba en el hecho en sí, sino en que la disolución empleada estaba tan diluida que no había ni un solo anticuerpo en ella. Enviada a Nature, el editorial era suficientemente explícito: "Cuando creer lo increíble".

Aunque Benveniste no lo dijo en un principio, tiempo después empezó a hablar de la memoria del agua. Según explicaba, el agitado al que es sometida la disolución homeopática transmite información específica de la molécula al agua, que actuaría como una especie de molde. La polémica estaba servida y los homeópatas se felicitaban por lo que era la primera prueba experimental que señalaba un mecanismo de acción a sus preparados.

Es obvio que los científicos desconfiaron de estos resultados que contradicen totalmente las bases de la Química. Un equipo liderado por el director de Nature, John Maddox, acudió al laboratorio de Benveniste para observar in situ el experimento, pero los franceses fueron incapaces de repetir sus propios e increíbles resultados. A lo largo de los años diversos investigadores han intentado reproducirlos en vano; sólo uno lo consiguió, Madeleine Ennis, de la Universidad de Belfast. Pero este éxito también quedó en suspenso, pues tampoco nadie ha podido volver a reproducirlo, como le sucedió a un equipo dirigido por el vicepresidente de la Royal Society, John Enderby, y siguiendo el protocolo experimental de Ennis.

A pesar de las críticas Benveniste empezó una carrera hacia adelante, realizando afirmaciones cada vez más alocadas: la memoria del agua se podía transmitir por las líneas telefónicas e incluso señales digitales grabadas en el disco duro de un ordenador podían producir efectos biológicos. Este peculiar fenómeno de acción a distancia fue puesto a prueba por un equipo financiado por el Ministerio de Defensa norteamericano utilizando el mismo diseño y aparataje que Benveniste y dirigido por un reputado homeópata norteamericano, Wayne Jones. El resultado fue negativo, salvo por un detalle. Cuando participaba uno de los miembros del equipo de Benveniste, salían resultados positivos, algo que al propio científico francés también le pasó y no podía explicar...

La fabulosa memoria del agua, selectiva para más detalles, porque solo "recuerda" aquellas sustancias que interesan y no todas las que se encuentran en la disolución, pasó a mejor vida.

Figura: perfil del “inventor” de la pseudociencia de la homeopatía, Samuel Hahnemann, en un sello de correos de Alemania de 1996. La imagen de este sello de correos se ha utilizado exclusivamente con fines docentes y divulgativos, sin ánimo de lucro.

Categoría: Publicaciones Recomendadas.

Miguel Ángel Sabadell.
ACDC. 10Abr2014.


Enviado el Jueves, 10 abril a las 09:00:51 por divulgacioncientifica (1676 lecturas)
 
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