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La inútil parapsicología: telepatía
 

El 19 de marzo de 2014 se publicó en el periódico “La Provincia”, de Las Palmas de Gran Canaria, el artículo titulado “La inútil parapsicología: telepatía”, escrito por Ricardo Campo Pérez, Doctor en Filosofía y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica. Por su gran interés lo reproducimos más abajo. Se puede descargar el artículo en su formato original en ESTE ENLACE.

La inútil parapsicología: telepatía.

Los parapsicólogos nos prometían y nos prometen maravillas sobre poderes humanos ocultos, pero aún seguimos esperando a que nos demuestren aunque sea solo alguna de esas capacidades que, por razones nunca conocidas, no traemos todos los humanos de serie (algo muy sospechoso). La telepatía, la clarividencia, la visión remota y la psicoquinesis, entre otras, son las habilidades clásicas que algunos dotados dicen disfrutar. A todo ello hay que sumar otro conjunto de fenómenos cuyo origen se sitúa fuera de nuestra mente pero tan dudoso como el que integra la “mente paranormal” en sentido estricto: apariciones, poltergeist (espíritus ruidosos a los que parece molestar el orden de los objetos comunes de las casas, como en la famosa película), casas embrujadas, manifestaciones espiritistas clásicas, etc.



Según los parapsicólogos, hay un factor psi, una especie de entidad impersonal, a medio camino entre lo simbólico y lo real, que influye en nuestras percepciones y que crea otras que emergen a partir de lo puramente fisiológico y material de nuestro cerebro. Suena bien, pero no hay un conjunto válido de pruebas que nos permita afirmar tal cosa. Quizá lo más lógico sería pensar que la mayor parte de los interesados y creyentes parten de una creencia previa, o de una corazonada muy fuerte: la propia existencia de ese factor y de los fenómenos que desencadena influidos por una concepción del mundo donde tales cosas son posibles e incluso actuantes. A partir de estas premisas surge un mundo nuevo, una creación lingüística y un obrar en el mundo real en forma de investigación, términos inventados, lamentaciones (retórica del incomprendido), reivindicaciones (retórica del complejo de Galileo) y acusaciones (retórica del conspiracionista y del científico “cerrado de mente”). Desbrozar el camino romántico pero degradado de la jerga y la práctica paranormal es labor de los críticos, y es tan legítimo e interesante como entender y representar una cultura ajena, una sociedad primitiva o tradicional cuyo desenvolvimiento es muy distinto del nuestro. La subcultura aquí es la de la paranormalidad: investigadores de lo anómalo, literatura (revistas y libros), páginas web, programas de radio y televisión especializados, ciclos de conferencias y otros materiales culturales dan forma a un extraño barrio con el aire estancado, pero donde el residente se siente a gusto. En ese barrio, que podemos llamar Paranormalandia, hay una casa muy visitada: la de la telepatía, de la que casi cualquier persona estaría dispuesta a afirmar su realidad. No es tan exigente como la psicoquinesis (el movimiento de objetos con el “poder de la mente”, habilidad que infinidad de magos saben reproducir pero que hay que aprender) ni tan descaradamente fraudulenta como la predicción de hechos futuros, que consiste en pegar veinte tiros a una pared y luego colocar una diana donde nos conviene.

Pero, no; estamos en las mismas: la telepatía no existe. Todos podemos contar anécdotas (que son eso, anécdotas, no pruebas) sobre extrañas coincidencias que parecen apuntar hacia la transmisión de información de una mente a otra. Numerosos estudios a lo largo del siglo XX no consiguieron hallar pruebas de que tal habilidad exista, a pesar de que sería una enorme ventaja disponer de ella al gusto. En un artículo de 2008 el catedrático de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid Francisco Mora comentó un riguroso experimento sobre transmisión de pensamiento, que consistió en el intento de transmitir telepáticamente el contenido de varias fotografías de una habitación a otra por parte de parejas de personas muy afines emocionalmente y con gran capacidad de intuir el estado psíquico del otro, lo que incluía en algunos casos gemelos univitelinos, gemelos iguales. De las 3.687 respuestas emitidas por los receptores éstas no coincidieron con las emitidas por los emisores en más del 50%, es decir, ninguno de los participantes receptores en el estudio acertó más allá de lo que sería una respuesta aleatoria.

¿Se ha acordado usted de alguien y al poco le ha llamado por teléfono?; muy bien. ¿Se acuerda usted de las veces que se acordó de alguien y no lo llamó por teléfono?; mal, debería recordarlo, si se me permite la ironía. ¿Cuántas veces ha tenido la misma idea que un familiar cercano, sin hablar?; ¿recuerda las ocasiones en que no? Nuestra memoria no está dispuesta a recordar lo que no parece significativo, afortunadamente. Ahora en el ámbito de la clarividencia: ¿cuántas veces ha soñado con un accidente de cualquier tipo y los días posteriores no ha ocurrido nada? Seguramente la telepatía y el resto de inexistentes capacidades psíquicas funcionan en la mente del creyente no por su utilidad real, sino por su utilidad simbólica: creemos así que nuestro cuerpo-mente es algo más que una poderosa máquina, que existe algún vínculo secreto y no analizable entre los humanos o entre éstos y el resto de universo. En el último número de Mente y Cerebro, dedicado en parte a las creencias paranormales, Richard Wiseman (autor de ¿Es esto paranormal? RBA Libros, 2011), señala, con lógica, que “pese a que semejantes creencias [paranormales] suenen a puro dislate, sorprende su frecuencia entre los mortales”, así que “la manifiesta ubicuidad de tales experiencias ha llevado a numerosos psicólogos a preguntarse por la existencia de posibles mecanismos cerebrales subyacentes a algunas de estas convicciones tan extendidas entre los humanos”. En su ameno relato, Wiseman nos ofrece algunas pistas para que el interesado que se inicia en la crítica empiece a comprender por qué el mundo de la parapsicología es un capítulo más de la psicología, y que sus tópicos no alcanzan la categoría de pruebas científicas, como la propia historia paranormal se encarga de mostrar una vez tras otra, a su pesar.

Categoría: Publicaciones Recomendadas.

RCP.
ACDC. 20 de marzo de 2014.


Enviado el Jueves, 20 marzo a las 19:14:08 por divulgacioncientifica (931 lecturas)
 
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