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Misterios y enigmas, género periodístico
 

El 20 de septiembre se publicó en el periódico “La Provincia”, de Las Palmas de Gran Canaria, el artículo titulado “Misterios y enigmas, género periodístico”, escrito por Ricardo Campo Pérez, Doctor en Filosofía y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica. Por su gran interés lo reproducimos más abajo. Se puede descargar el artículo en su formato original en ESTE ENLACE.

Misterios y enigmas, género periodístico.

El popular género periodístico de los supuestos misterios y enigmas llama la atención de algunos investigadores académicos porque, si bien no aporta conocimiento científico alguno como tal, sí ofrece claves de una sociedad que cree que semejantes productos prefabricados son hechos ciertos y comprobados. En realidad, el sector de los misterios mensuales en papel cuché, el de los espacios televisivos domingueros con luz de 40 vatios y asombro fingido y el de los programas radiofónicos con música tenebrosa son un teatrillo bastante anticuado que siempre gira en torno a las mismas premisas: pensamiento mágico, afán de notoriedad de los pseudo-investigadores, ansia de maravillas de factura sencilla y emotiva y propaganda cruzada entre diversos medios de comunicación que, a pesar de competir unos con otros, acaban alimentando siempre el motor que impulsa el negocio: la mente predispuesta y la que ignora que existen explicaciones satisfactorias para la casuística anómala. Se trata de un completo fraude cultural.



En Roswell no cayó en 1947 ningún platillo volante pilotado por extraterrestres; se accidentó un globo norteamericano de alta tecnología (de la época) para detectar ondas sísmicas producidas por pruebas nucleares soviéticas. Las casas encantadas son una creencia si base que se apoya en el miedo, la ignorancia y el poder del rumor. Las medicinas alternativas como la homeopatía no han conseguido probar su eficacia por encima del placebo, es decir, estadísticamente por encima del deseo personal de que funcionen. No nos encaminamos a ninguna era de iluminación ni de progreso cósmico, ni espiritual ni laico, no habrá una Nueva Era, aunque sí hay, y se fortalecerá, una nueva era para los mercaderes que usan de las creencias sobre espiritualidad, un campo perenne que siempre ha contado con innumerables aprovechados. No hay ninguna prueba científica de que entes alienígenas nos visitaran en el pasado, ni a los egipcios, ni a los pascuences, ni a los romanos que construyeron el acueducto de Segovia. Ni siquiera construyeron los retretes del Museo de Historia de La Laguna, inmueble “encantado” según los falsos periodistas del misterio. Tampoco hay “energías” especiales en Las Cañadas del Teide, ni en el bosque de Osorio de Teror, ni en ningún otro punto de la geografía canaria ni mundial, sólo lugares especialmente bellos rebautizados como “mágicos” por quienes hacen ostentación de una emotividad alocada.

Los auténticos misterios son la materia prima de la investigación científica, como sabe cualquier persona mínimamente curiosa e interesada por la ciencia. Pensemos en la física de las partículas subatómicas avanzando en la resolución del enigma de la estructura más básica de la realidad; o en los misterios del cosmos a gran escala y su destino, si es que lo tiene. Los investigadores invierten vidas enteras para trata de hacer luz, de aclarar lo que parece un problema irresoluble. La labor de la auténtica investigación es ésa, no fabricar misterios a partir de supersticiones tildadas de inexplicables. Y la labor del periodista crítico es ofrecer las herramientas de pensamiento necesarias al interesado -devoto u ocasional- para que intuya cuándo le están timando con una historia de misterio, como en el caso de la serie televisiva Cazadores de fantasmas, fuente inagotable de carcajadas. ¿Puede haber algo más rematadamente estúpido que investigar con las luces apagadas?

Categoría: Publicaciones Recomendadas.

RCP.
ACDC. 24Septiembre2013.


Enviado el Martes, 24 septiembre a las 13:13:56 por divulgacioncientifica (1055 lecturas)
 
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